Seguramente al tipo, Stan Cullis, se le había puesto la piel de gallina al comprar el periódico esa mañana, el corazón no le cabría en el pecho de la emoción. El Daily Mirror, uno de los periódicos más importantes de las islas había titulado su edición del jueves 14 de diciembre de 1954 “Los magníficos Wolves” después de un partido en el cual su equipo, Wolverhampton, había vencido al reconocido Honved de Hungría por 3-2 remontando una ventaja de dos a favor de los “magiares” en el Molineux.
La victoria se había convertido en una gesta porque aquel equipo húngaro tenía los mejores jugadores del momento: Puskás, Czibor, Bozsik, entre otros, además llevaban en sus hombros el rótulo de imbatibles. Su columna vertebral eran estrellas que habían brillado con la selección húngara que hacía algunos meses había perdido sorpresivamente la final del mundial ante Alemania en un partido que será recordado en la historia como “El milagro de Berna”.
Días más tarde y sin ningún atisbo de pudor el mismo periódico tituló una de sus columnas: “Wolves, campeones del mundo” el cual ruborizó a más de uno en la prensa especializada. Entre aquellos indignados se encontraba un celebre periodista francés llamado Gabriel Hanot, quien en sus años mozos había sido jugador.
Hanot, uno de los principales impulsores del fútbol en su país, publicó en su columna de L’Equipe una crítica a aquel triunfalismo por parte de los ingleses, entre sus preguntas planteaba ¿sería el mismo equipo fuera, jugando de visitante? además iba más allá y proponía una forma de dirimir cual era el mejor equipo de Europa solamente, aclarando que América estaba lejos y respetando a los equipos de ese lado del mundo que también realizaban excelentes performances.
Proponía un torneo en el cual sólo participarían los campeones de cada una de las ligas de Europa, un sorteo arreglaría las llaves de rivales los cuales jugarían una eliminatoria directa en campo propio y visitante. También se abriría una posibilidad que luego marcaría el fútbol mundial: los partidos se jugarían entre semana, con la luz artificial que apenas empezaba a surgir.
La polémica pronto llegó a Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, quien ávidamente leyó el artículo de Hanot. En su cabeza se dibujó la imagen de un Madrid grande el cual ya había empezado a construir con la compra de un argentino apodado “la saeta rubia” que alcanzaba la velocidad de la luz en canchas colombianas, Alfredo Di Stéfano se llamaba aquel porteño que inicialmente había llegado a España para vestirse con la camiseta azulgrana pero que hábilmente el club capitalino ficharía después de algunos meses de negociación. Con este dúctil delantero en sus filas el equipo de Chamartín había conseguido su primera Liga en 21 años e iba en camino para revalidar el titulo en aquella temporada 54-55.
El 2 de abril de 1955 Hanot se pone su mejor vestido, buena loción y se dirige al Hotel Ambassador de París, el mes anterior en el congreso de la UEFA en Viena todo le había salido a pedir de boca y solo le quedaba terminar de convencer a quince delegados de los clubes más poderosos del continente para llevar a cabo el primer torneo continental de clubes. Algunos de aquellos distinguidos señores aun tenían reservas sobre el nuevo campeonato propuesto e incluso querían revivir la antigua Copa Mitropa de Europa Central.
Las cosas salen muy bien, el francés, con la diplomacia que le distingue, los convence de llevar a cabo esta empresa, con el guiño de Santiago Bernabéu quien jugó un papel importante en la etapa de persuasión queda instituida la Copa de Campeones de Europa y al día siguiente se realiza el sorteo con los primeros partidos.
En la primera edición que arrancaría nueve meses después de aquellas columnas del Mirror halagando a los Wolves, participarían dieciséis equipos Sporting de Lisboa, Partizan de Belgrado, Voros Lobogó, Servette, Anderlech, Rot Weiss Essen, Hibernian, Copenhague, Djurgardens, Gwardia Varsovia, Rapid de Viena, PSV Eindhoven, Milán, Saarbrucken y los finalistas Stade de Reims y Real Madrid quien se alzaría con la primera Copa.
Los ingleses quienes seguramente temían ver su reputación mancillada solo hacen parte del exitoso torneo hasta su segunda edición y ni siquiera con el rotulado “campeón del mundo” del 54, Wolverhampton, sino con otro equipo que a futuro haría historia en la competición: el Manchester United.
1 comentario:
muy interesante la nota. Felicitaciones!
Publicar un comentario