Aquella tarde del 13 de
junio de 1956 cuando el colegiado Eric Poulat pitó el final de la primera Copa
Europea de Campeones, para Raymond Kopa, delantero del Stade de Reims,
terminaba la ilusión de ser parte del primer equipo campeón del torneo
continental, pero otra ilusión se abría en su camino. Su juego había
deslumbrado a las altas esferas del Real Madrid, rival de su equipo en aquel
partido, y ya lo contaba como uno de los refuerzos para hacerse invencible en
las próximas temporadas.
Raymond Kopa
realmente era de apellido Kopaszewski, un hijo de inmigrantes polacos afincados
en la Francia de la post guerra. El pequeño al cual ilusionaba una pelota, así
fuera de trapo, ingresó en el equipo de su ciudad natal Noeux-les-mines, donde
su gran habilidad para transportar el balón deslumbró a todos.
Poco tiempo
después debutaba profesionalmente en el SCO Angers y para 1951, el Stade de
Reims, un equipo de los grandes de la época en Francia, lo fichaba por unos
pocos Francos.
A los 18
años, Raymond ya había tomado una de las decisiones más complicadas de su vida,
elegir entre la nacionalidad polaca heredada de sus padres y la francesa,
tierra en la cual había nacido y crecido. Eligió la segunda y con ello llegó a
acortar su apellido a Kopa.
Su gran destreza y
rapidez en el campo de juego contrastaban con su poca estatura, pronto fue
apodado “el Napoleón del fútbol”.
En el Stade de Reims
ganó dos ligas en su primer periplo con el equipo francés y disputó aquella
final que recordábamos al principio. Su gran juego le valió para cautivar la
mirada de Santiago Bernabéu, quien le fichó para el Real Madrid en 1956.
En el equipo
‘merengue’ vivió la etapa más gloriosa de su carrera al ganar dos ligas
españolas, tres Copas de Europa y el Balón de Oro en 1958.
Con la
selección francesa hizo su debut en 1952, a los 21 años, y disputó dos
mundiales, Suiza 1954 y Suecia 1958. En este último, el equipo es una de las
revelaciones del torneo. Junto a Piantoni, Vincent, Marcel y Fontaine, Kopa y
Francia arrasan en cualquier campo que pisan hasta llegar a la semifinal contra
Brasil comandado por Didi, Bellini, con la aparición de Garrincha, Vavá y un
joven de 17 años apodado Pelé.
Aquel día, en
el estadio de Rasunda, los goles de Piantoni y Fontaine no fueron suficientes
para vencer a un Brasil que se encaminaba al primero de sus grandes títulos
mundiales. Un 2-5 dejó a Francia con el premio de consolación, que consistía en
jugar por el tercer puesto frente a Alemania. Con un 6-3, incluido un gol suyo
de penalti, el equipo 'galo' selló su participación en aquél mundial.
En 1962 jugó
su último partido con la selección francesa, y en 1966, a los 36 años, se
retira del fútbol en el Stade de Reims, a donde había regresado en 1959, para
conquistar dos ligas más en Francia.
En Madrid
todavía lo recuerdan con el número 7 a la espalda, recorriendo la banda derecha
a la velocidad de la luz. Sus dos temporadas marcaron, a fuerza de buen
juego y velocidad, la historia de uno de los equipos más grandes de
Europa.
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