Un gol americano dejó en shock a toda Inglaterra


Eran unos tipos duros, curtidos por el tiempo en el que les tocó vivir, aquellos revoltosos años cuarenta, nada les impresionaba fácilmente después de todo lo que habían tenido que ver, pero el destino les había puesto en el camino una oportunidad de oro para mirar una vez más la gloria directamente a la cara. Algunos representarían de nuevo a su país, con un uniforme distinto pero con la misma ilusión que años antes les obligo a luchar por una causa más noble.

Frank Borghi, descendiente de italianos había sido sargento mayor del ejercito estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, fue herido en dos ocasiones, recibió dos corazones purpura y una medalla de bronce, ahora conducía un coche funerario, profesión que alternaba con atajar unos cuantos partidos los fines de semana en una liga semi profesional de San Luis, Walter Bahr fue marinero de primera clase, luchó contra la amenaza proveniente del país de sus padres y ahora se desempeñaba brillantemente como profesor de escuela, Francis Wallace ganó la estrella de bronce y la medalla al servicio en los campos de batalla ahora corría detrás de un balón cada que su trabajo se lo permitía, Joseph Gaetjens había llegado de Haití a Estados Unidos con el sueño de estudiar y lavaba platos en un restaurante de Nueva York para costearse sus estudios de contaduría. Cuando los llamaron para hacer parte del equipo nacional de Estados Unidos que iba a viajar al mundial de Brasil 1950 pensaron que era un broma, igual se presentaron.

Ginno Pariani, Harry Keough, Charlie Columbo apodado “el guantes” porque solía jugar con ellos siempre, Joseph Maca de origen belga, John Souza también sargento de graduación, Eddie Mcllvenny quien tan solo dieciocho meses antes había jugado en el Wrexham de la tercera división inglesa, también se habían ganado el derecho de estar allí cara a cara con la Selección de Inglaterra esa calurosa tarde de Belo Horizonte.

Los ingleses llegaron a Brasil con la papeleta de favoritos, por primera vez el país inventor del fútbol se dignaba a participar en un campeonato organizado por la FIFA, en sus filas contaba con rutilantes figuras como Stanley Mathews, extremo de gran habilidad que pese a sus 35 años seguía despuntando en el fútbol inglés, Bert Williams extraordinario portero del Wolverhampton, Stanley Mortensen quien había sobrevivido a un duro accidente aéreo durante la guerra y quemaba sus últimos cartuchos en el fútbol, Alf Ramsey quien años después, ya como entrenador, los llevaría a ganar su primer titulo, entre muchos otros. Estaban convencidos que este era su campeonato, ya habían vencido 2-0 a Chile y veían el partido contra Estados Unidos como un entrenamiento, incluso habían dejado a Mathews en Rio de Janeiro descansando para el siguiente partido contra España.

Los norteamericanos habían perdido con los ibéricos por un 3-1 mentiroso, solo 10 minutos faltaban para terminar el partido cuando Basora con dos goles y Zarra dieron la vuelta al marcador.

Ahora estaban allí vestidos de corto en el pequeño estadio con solo 10.000 espectadores, el partido no revestía mayor interés, por eso lo habían programado en un escenario secundario. Tan pronto el balón se puso en juego los inexpertos estadounidenses sintieron la presión, Roy Bentley remató un excelente centro que obligó Borghi a estirarse cuan largo era, cuando el reloj marcaba apenas doce minutos de encuentro el balón ya había rebotado en los postes dos veces, todo hacia presagiar que una tormenta de goles iba a azotar el tropical cielo de Belo Horizonte.

Mcllvenny, Colombo y Bahr sacaban como podían el esférico del área, Borghi era el que más trabajo tenía pero seguía volando de palo a palo cada dos por tres, a la media hora de partido solo habían logrado disparar una vez a la valla defendida por Williams y todo el mundo pensaba que el gol de los europeos estaba al caer.

Cuando corría el minuto 37 Bahr logró desprenderse de la presión anglosajona y lanzar un centro al corazón del área, Williams parecía tenerlo todo controlado, no cayó en cuenta que Gaetjens estaba por allí, la pelota rebeldemente golpeó la cabeza del delantero justo para quedar lejos de su alcance, se coló en las redes.

Todos pensaron que era un accidente, que la locomotora inglesa ahora si iba a echar a andar y arrasaría con todo a su paso pero John Souza intentaba manejar el partido para los americanos, la segunda parte sería todo un monologo en ataque para los ingleses pero la tenacidad de 11 hombres con camiseta blanca atravesada por una línea roja y unas iniciales que rezaban “USA” no lo permitirían.

Fue la primer gran sorpresa del mundial, después vendría la mayor de la historia, “el Maracazo”, los ingleses no se recuperarían de este duro golpe y volverían a perder, esta vez con Mathews dentro del campo frente a España 1-0 y quedarían eliminados del torneo, tendrían aun que pasar 16 años para conseguir una copa que creían suya por derecho.

Los estadounidenses fueron alzados como héroes por la multitud que invadió el campo al final del partido, regresaron pronto a su país después de perder en el tercer partido contra Chile pero nadie borraría la satisfacción que tenían después de vencer a los inventores del fútbol.

2 comentarios:

cityground dijo...

Una de las grandes sorpresas de la historia de los mundiales, creo que hasta han hecho una película sobre esa selección norteamericana.

En Inglaterra debió ser una conmoción que los pross cayeran contra jugadores casi amateurs.

Anónimo dijo...

Nada es imposible para mi amada USA, cada persona que quiera alcanzar sus sueños puede ver esta pelicula y entenderá que con mucho esfuerzo y con la ayuda de Dios todo puede lograrlo. Excepto talvez conquistar el amor de la mujer amada porque como es lógico es ella quien escoge pero al menos el esfuerzo que hagas como hombre para tratar que ella te ame, todo ese esfuerzo valdrá la pena. Y sino resulta vive tu vida con dignidad porque Dios dice que la dignidad y valentia de un hombre no se mide con dinero o fama o felicidad sino con aquella forma que puedas vivir tu vida sin mostrar tu tristeza.