Aquel partido se disputaba en el estadio Rothenbaum. El Hamburgo jugaba contra el Göttingen 05 cuando el Uwe fue enviado al terreno de juego, un premio a su constancia y disposición en cada uno de los entrenamientos. A pesar de su juventud el pequeño delantero se las arreglaba como un veterano para rematar al arco desde cualquier resquicio cercano al marco y su habilidad clamaba a gritos por una oportunidad en el primer equipo. Para él era una tarde de ensueño. Desde los 8 años cuando pisó por vez primera el campo de entrenamiento de la escuadra de su ciudad, ese era su principal objetivo y aquel día por primera vez iba a mirar la tribuna situado al frente de la portería rival, con una insaciable sed de marcar.
Aunque su marcador le superaba en estatura y fuerza, el pequeño Uwe se las arregló para sacar provecho de su principal atributo, el juego aéreo, y aunque no anotó ese día su desempeño sirvió para seguir siendo observado muy de cerca por el entrenador. Sus goles llegarían un poco más tarde. Anotó cuatro en el partido de la copa alemana en el que su equipo derrotó 8-2 al Holstein Kiel, ya nada le podía parar, su ascenso era meteórico.
Muy poco tiempo pasó antes que Sepp Herberger , entrenador de la selección alemana que se preparaba para acudir al mundial de Suiza 54, le llamara a integrar el plantel. Una epidemia de ictericia aquejaba al plantel y había varias bajas. Herberger le conocía de un torneo juvenil un año antes y quedó impresionado con su juego, después de un buena presentación incluso pensó convocarle para el Campeonato Mundial pero la planilla con los nombres ya estaba enviada, no había nada que hacer.
Alemania consiguió en ese campeonato de la mano de Fritz Walter y Helmut Rahn, entre otros. Su primer titulo mundial, pero el viejo entrenador no se olvidó de la joven promesa. Cuando en Hannover la selección disputó su primer partido después de la épica victoria frente a Hungría, Uwe Seeler estaba allí. El rival era Francia y él se sentaría en el banquillo muy cerca de todos los héroes que le habían devuelto la sonrisa perdida a muchos alemanes en un país en reconstrucción.
A los 15 minutos Herberger lo llamó y le dijo: “Sal y haz lo que tú sabes hacer. Exactamente por lo que te he llamado”. Así sin más, empezó un romance con la selección que no pararía sino 71 partidos y cuatro mundiales más tarde.
Jugó en Suecia 1958, Chile 1962, Inglaterra 1966 y México 1970, justo los mundiales que pasaron entre los dos primeros títulos mundiales de Alemania. Sin lugar a dudas esta fue su gran asignatura pendiente pero, para los registros, aún sigue siendo el único futbolista que ha marcado más de dos goles en cuatro mundiales consecutivos y seguramente nadie le va a quitar la satisfacción de haber sido el goleador en la primera edición de la Bundesliga, tampoco las 137 veces que mandó a los arqueros ha buscarla adentro del marco en sus 239 presencias en la principal competición germana.
Fue tres veces distinguido como mejor futbolista de Alemania, ganó una Copa, una Liga y es Capitán de Honor de la selección, privilegio que comparte con tres colegas más: Fritz Walter, Franz Beckembauer y Lothar Mathaus, los tres capitanes que alzaron la Copa Mundial.
Cuando el estuvo como capitán dentro del terreno de juego, el título se les escapó frente a Inglaterra en la final del 1966. De ese partido hay una instantánea inolvidable y que ha sido declarada por la Revista Kicker “La Foto del Siglo” del deporte alemán, en la cual se ve devastado después de la derrota mientras la banda de música inglesa toca "God Save the Queen" en honor a la reina Isabel quien entregaría el trofeo a Bobby Moore un poco más tarde.
Su amor y compromiso por el Hamburgo le llevaron a desestimar ofertas de grandes equipos de Italia e Inglaterra. Fue un jugador de un solo equipo, su personalidad amable y modesta le adjudico el cariño de todo un país en el cual aún se le conoce como “Uns Uwe” (nuestro Uwe).
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