Vicente Feola tenía una responsabilidad muy grande,
él debía elegir los gladiadores que lucharían en arenas suecas para traer a la
diosa victoria bañada en oro que representaba la Copa Jules Rimet a Brasil por
primera vez. Ocho largos años habían pasado desde aquella amarga tarde en el
estadio Maracaná cuando Uruguay los había dejado con las manos vacías y con
lágrimas en sus ojos.
Pero el tiempo que es buen consejero se había
encargado de mitigar el dolor presente en cada uno de los corazones de los ‘torcedores’
brasileños y les había plantado una semillita que de nuevo germinaba llamada
ilusión.
Todos los jugadores se habían esforzado al máximo,
ninguno de ellos quería perder su puesto en aquel DC7- C de Pan Air que los
conduciría a Hindas cerca de Goteborg donde estaba establecida la concentración
de la ‘canarinha’ en Suecia para el mundial de 1958.
Vicente Feola ya tenía experiencia en esta clase de
situaciones, entrenó el Sao Pablo por más de ocho temporadas en varios periodos
y sabía muy bien lo que era tratar con jugadores de categoría, además conocía
la presión que pesaba sobre sus hombros.
En su entorno contaba con un hombre sabio, el
doctor Hilton Gosling, quien se prontamente se convirtió en su mano derecha. Él
era la tranquilidad y el cálculo en persona, en su semblante siempre semejaba
una tranquilidad que Feola necesitaba para poder ejercer bien su trabajo. Era
su consejero fiel en cuestiones de salud de los jugadores pero la decisión
completa de la nómina era de él.
Varias cosas pasaban ahora por su cabeza sentado en
el despacho, ¿estaría Mazzola en condiciones mentales de disputar el mundial
después de su tan comentado traspaso al Milán de Italia?, ¿No se le habría
subido la fama a la cabeza?, ¿Llegaría bien aquel jovencito de 17 años llamado
Pelé que deslumbraba en los campos del país?, ¿Funcionaría la magia de Gosling
para curar su adolorida rodilla?, ¿Debía incluir a Didí entre los
seleccionados? Ya contaba con 30 años y su nombre creaba controversia por fuera
de los terrenos de juego.
Los minutos se consumían y empezaban a aparecer
soluciones en su cabeza, “Didi con el gol ante Perú nos clasificó además cuenta
con un poderoso tiro de ‘folha seca’”, “Mazzola lleva dos partidos
impresionantes”, referente a Pelé los informes no eran nada buenos, la lesión
no redimía e incluso no había podido jugar ninguno de los amistosos de
preparación. El psicólogo del plantel había desaconsejado su continuidad en el
plantel afirmando: “carece de espíritu de lucha”, pero algo en su interior le
decía que debía seguir su instinto y dejarle en el equipo después de escuchar
su punto de vista le había dicho: “tal vez tengas razón pero tú de fútbol no
sabes nada, si la rodilla de Pelé está bien, juega”. Contaría con los tres
jugadores.
Pero sus problemas no acababan allí, una de sus
armas más letales era un delantero apodado “el pajarito”, pero su personalidad
tanto en el campo como fuera de él lo hacía impredecible. Garrincha tenía que
ser seguido muy de cerca por el cuerpo técnico.
Hindas era un lugar muy cómodo para el equipo, la
tranquilidad se paseaba por todas partes, se podía pescar, salir a caminar y además
contaba con un bosque increíble donde se respiraba el aire más puro de Suecia.
Lo único que perturbaba a Vicente era las jóvenes rubias que asediaban a los
jugadores, todas querían hablar con ellos, preguntarles como era su país e
incluso muchas no iban con buenas intenciones a la concentración. El duro cerco
instaurado por el cuerpo técnico mantuvo todo bajo control.
El primer partido del torneo no representó mucho esfuerzo
para el elenco brasileño. Una limitada selección de Austria no puso mucha
oposición a los hábiles jugadores de Feola. Mazzola, aquel que fuera una de las
dudas más fuertes del entrenador, marcó dos goles, Nilton Santos completó la
cuenta en un comienzo que daba tranquilidad a toda la “torcida” pero Pelé se
había quedado en el banco de suplentes, el doctor Gosling le aplicaba un
tratamiento con toallas calientes que cada vez mejoraban más su lesión. Por su
parte Garrincha tampoco estuvo en la línea titular, las armas secretas aún
seguían bien guardadas.
Inglaterra iba a plantarse en la cancha como un
rival mucho más duro para los brasileros, el primer rival serio del torneo. Terminó
0 – 0. A pesar del buen juego del equipo, volvían las preocupaciones, no habían
sido capaz de marcar. Ni la magia de Didí conjugada con la genialidad de
Mazzola y el ingenio de Vavá fueron capaces de vencer la férrea defensa
anglosajona conformada por Billy Wright y Don Howe, Vavá estuvo mucho más cerca
al reventar un disparo suyo en el poste. Colin Mc Donald, portero inglés,
también tuvo su cuota de valor al enfrentarse mano a mano frente a Mazzola en
un par de ocasiones desviando bien sus tiros.
Pelé seguía sin debutar. Los informes de Gosling eran
positivos pero aconsejaban cautela con el joven jugador. Para el tercer partido
frente a los soviéticos parecía que tampoco estaría en la lista de once
titulares.
Los nervios aparecieron. A pesar de contar con un
buen botín de puntos después de una victoria y un empate, la clasificación aún
no estaba asegurada. Los europeos contaban con un equipo de lujo, eran los
mismos que habían sido campeones olímpicos en Helsinki 1952.
Feola decidió desafiar a la diosa fortuna, la
necesidad de asegurarse el paso a la segunda ronda era muy grande, Pelé jugaría
antes de lo pronosticado por el doctor, Garrincha también saldría, era el
momento de poner toda la carne en el asador.
Mazzola a pesar de haber hecho un buen par de
partidos tenía que ceder su puesto a aquel chico de 17 años. Los 50.000
espectadores del estadio Nya Ullevi no sabían que ese día debutaría uno de los
más grandes jugadores de la historia. Con el 10 a la espalda, a poco de empezar
el partido, un tiro suyo pegó en el palo, Vavá fue el hombre de la tarde anotando
los dos goles del encuentro pero Pelé dejó una buena impresión en el técnico y
el público en general. Su nerviosismo le habían privado de cantar dos goles en
jugadas que normalmente no le daba mucho trabajo resolver.
Durante la cena llegó la noticia que el rival
siguiente era Gales que había derrotado por 2-1 a Hungría en la lucha por el
segundo lugar de su grupo. Un equipo incógnita, la sorpresa del torneo, Feola otra
vez a pensar: ¿Cómo rompería el cerrojo de los británicos?
Gales era un equipo muy fuerte en defensa además de
contar con un portero que vivía sus momentos más gloriosos: Jack Kelsey. El entrenador de Brasil decidió dejarse llevar
por el instinto una vez más: dejaría a los dos jóvenes que había hecho debutar
frente a la Unión Soviética, Pelé y Garrincha, era todo o nada.
La primera parte fue bastante tensa, sus jugadores
no eran capaces de descifrar la fuerte defensa galesa. En el medio tiempo una
arenga más que necesaria impulsó al equipo para la segunda parte.
Pelé hizo de las suyas y marcó un hermoso gol que
ponía a Brasil en semifinales, así el canoso y robusto Vicente Feola pudo
respirar tranquilo aunque solo fue un suspiro al enterarse que el siguiente
partido tendrían enfrente a Francia con Piantoni, Kopa y Just Fontaine que se
perfilaba para conseguir un récord goleador en esta Copa Mundo.
Pues para sorpresa de todos los asistentes, Francia
solo fue rival solo el primer tiempo.
Pelé sacó sus mejores galas y anotó tres
goles, Vavá y Didí completaron la cuenta en un partido que terminó 5-2. Brasil
estaba de nuevo en una final de un campeonato mundial.
A estas alturas Pelé ya era el talismán del equipo.
Pese a ser el más delgado y joven del equipo su juego inspiraba respeto en sus
rivales, no le pesaba jugar en un campeonato de esta envergadura. Para él la
cancha de su barrio o la de Santos eran igual a la del estadio Rasunda de
Estocolmo donde disputarían la final contra nada más y nada menos que el local
Suecia.
El 29 de junio de 1958 había amanecido lluvioso y
el entrenador había pasado una mala noche. De Sordi, central titular en los
cinco anteriores encuentros no había pegado el ojo por un dolor en una de sus
piernas y Feola meditaba poner como titular a Djalma Santos, un veterano del 54
que aunque era bueno no era de su total confianza, no tenía más alternativa,
otra vez se la tendría que jugar.
Y tan mal no le salió. El defensor fue uno de los
pilares del equipo, sofocó cualquier intento de los peligrosos delanteros
suecos Hamrin y Skolund. A pesar de que el equipo local marcó primero los
brasileños nunca dudaron de que eran mejores, todo terminó 2-5 y la selección
Brasil, ese día de azul, levantó su primera Copa del Mundo, las preocupaciones
de Vicente Feola se habían acabado, ahora era la hora de disfrutar.
3 comentarios:
el brasil de mexico 70 creo que fue muy superior a este equipo, pero el de feola con el debut absoluto de pele marco un hito en el futol brasileño y fue la gran manera de sacarse la espina de del maracanazo, un saludo
Genial artículo, una de las selecciones míticas de los mundiales y donde surgió la gran figura de Pele.
buen articulo
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